lunes, 15 de febrero de 2016

Llegué vestido de verano, pero al mes estaba descalzo caminando en la nieve.

Quién iba a imaginarse que iba a hacer tanto frío en India? Antes de viajar, ni siquiera puse India en Google para ver qué decía. Mi mochila llevaba un par de remeras, unas ojotas, ropa interior y como 10 libros, entre ellos Expreso de medianoche, Gulliver, El corazón de las tinieblas y Vagabundos del Dharma. Al mes estaba en un pueblo de frontera, vestido de pakistaní, subiendo unas escaleras de piedra cubiertas de nieve, descalzo, con dos griegos y un colorado de Jerusalem, a punto de entrar a un templo en la punta de una montaña blanca. Bajamos contentos, caminando, cortando camino por el bosque, y cuando llegamos a la base de la montaña, unos guardias nos dijeron que estaba prohibido bajar caminando, que habían unos tigres de bengala sueltos.

lunes, 1 de febrero de 2016

Vagabundos del Dharma. Bolivia.

En un pueblo en el lago, en la puerta de la iglesia habían dos tipos tirados, boca abajo, como si hubiesen caído del cielo y se hubiesen estampado contra el piso. Durmiendo de alcohol pensamos. Era lo corriente ver gente horizontal en la calle, pero estos al menos llegaron hasta la puerta de la iglesia y ahí quedaron. Estaban justo bloqueando la entrada, no queríamos despertarlos ni teníamos tantas ganas de entrar, así que hechamos una mirada desde afuera y nos fuimos. A la tarde, como quien no quiere la cosa, pasamos. Era un pueblo chico. Los tipos seguían durmiendo, pero vimos unas marcas blancas en sus piernas. Se nos acercó un señor muy pequeño y muy mayor. Nos pidió misericordia, que los estaban velando, habían muerto quemados. Ahí fue cuando por fin lo aceptamos. Estábamos tan llenos de vida que nunca se nos ocurrió que estaban muertos.