lunes, 1 de febrero de 2016

Vagabundos del Dharma. Bolivia.

En un pueblo en el lago, en la puerta de la iglesia habían dos tipos tirados, boca abajo, como si hubiesen caído del cielo y se hubiesen estampado contra el piso. Durmiendo de alcohol pensamos. Era lo corriente ver gente horizontal en la calle, pero estos al menos llegaron hasta la puerta de la iglesia y ahí quedaron. Estaban justo bloqueando la entrada, no queríamos despertarlos ni teníamos tantas ganas de entrar, así que hechamos una mirada desde afuera y nos fuimos. A la tarde, como quien no quiere la cosa, pasamos. Era un pueblo chico. Los tipos seguían durmiendo, pero vimos unas marcas blancas en sus piernas. Se nos acercó un señor muy pequeño y muy mayor. Nos pidió misericordia, que los estaban velando, habían muerto quemados. Ahí fue cuando por fin lo aceptamos. Estábamos tan llenos de vida que nunca se nos ocurrió que estaban muertos.

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